La sobreprotección

Consecuencias de sobreproteger a los niños y adolescentes

Las madres de niños enfermos tienden a sobreprotegerlos más en comparación a sus hermanos sanos

La sobreprotección paterna y materna en la infancia y adolescencia puede tener múltiples efectos en el desarrollo emocional, social y espiritual de los hijos. Aunque la intención de los padres suele ser evitar el sufrimiento o los errores del niño, este tipo de crianza puede generar dificultades en la autonomía e identidad del adolescente.

En ocasiones notamos las consecuencias de la sobreprotección cuando la persona ya es adulta y se ve incapaz de llevar una vida autónoma y responsable. A menudo encontramos casos de jóvenes (chicos y chicas de entre 18 y 30 años) que sufren las consecuencias de la sobreprotección.

Cabe señalar que no creemos que la sobreprotección explique completamente que un joven sea dependiente o viva en una rebeldía inmadura hasta los 35, pero lo cierto es que en la historia de muchos jóvenes con problemas psicológicos nos encontramos a menudo una excesiva protección al menos por parte de uno de los dos progenitores. Otros factores como la ausencia de autoridad en casa o la excesiva rigidez y dureza en la educación también pueden tener consecuencias negativas, pero son temas que trataremos en otros artículos.

Algunos efectos negativos de la sobreprotección son:

1. Baja autoestima y dependencia emocional.

• Los adolescentes sobreprotegidos pueden dudar de sus propias capacidades porque nunca han tenido que enfrentarse a retos solos.

• Pueden desarrollar inseguridad y miedo al fracaso porque no han aprendido a manejar dificultades por sí mismos.

2. Dificultades en la toma de decisiones

• Si la madre toma constantemente decisiones por el hijo o hija, este puede tener dificultades para desarrollar criterio propio.

• Esto puede llevar a una falta de confianza en sus elecciones y miedo a equivocarse.

3. Ansiedad y miedos

• La sobreprotección puede hacer que el adolescente vea el mundo como un lugar peligroso, lo que aumenta su ansiedad.

• Pueden desarrollar perfeccionismo extremo o miedo a asumir riesgos por temor a fallar.

4. Rebeldía o dependencia extrema

• Algunos adolescentes reaccionan con rebeldía, buscando escapar del control materno a través de conductas desafiantes.

• Otros pueden volverse dependientes y tener dificultades para independizarse incluso en la adultez.

5. Problemas en las relaciones sociales

• La falta de autonomía puede dificultar la capacidad del adolescente para establecer relaciones sanas, ya que puede tener dificultades para resolver conflictos o manejar la frustración.

• Puede desarrollar problemas para poner límites o ser asertivo, lo que lo hace más vulnerable a la manipulación de los demás.

¿Qué puede hacer un joven que ha sido sobreprotegido?

Recuerdo bien la historia de Marcos, un joven de 20 años que acudía a nuestra consulta por un bajo rendimiento universitario e indicaba que carecía de amistades, que «nunca» había tenido amigos.

Lo cierto es que Marcos tuvo que estar protegido de pequeño porque sufrió una cardiopatía y los médicos recomendaron a la familia que no hiciera ejercicio físico intenso. Tras el diagnóstico los padres de Marcos lógicamente hicieron lo posible para protegerlo, lo desapuntaron de fútbol y le insistían en que tuviera cuidado y no hiciera esfuerzos como correr o jugar haciendo «el bruto».

La dinámica de protección se intensifico poco a poco. El padre de Marcos insistía en que debía jugar con sus iguales e ir «probándose», mientras que la madre de Marcos lo identificaba como a un niño vulnerable. Esta visión comenzó a pesar sobre Marcos cuando los amigos del colegio se iban a jugar a fútbol en el patio y él se quedaba solo. Por las tardes se lo contaba a su madre y ella le consolaba.

Con la adolescencia todo se fue complicando. A Marcos le costaba integrarse con los de su clase y había optado por tener una actitud fría y distante. Es típico que los jóvenes que se sienten vulnerables creen un «caparazón» en el que se esconden o se aíslan del resto bajo la dinámica de la autoprotección, que no es más que una evitación, una falta de confianza en sí mismo para afrontar un posible rechazo, para hablar en público, para pedir participar, superar un obstáculo, etc.

Con el tiempo otras dinámicas similares pueden entrar en juego hasta niveles extremos como «odiarse a sí mismos», «odiar su cuerpo», «autolesionarse», «confusiones de identidad», etc. En definitiva, en la juventud es lógico que uno busque su identidad y si no encuentra su lugar es posible que se confunda gravemente y pensar que el error está en él mismo, esto puede ser peligroso porque son edades en las que se va formando el autoconcepto y este nos condiciona particularmente.

¿Qué hacer ante esta situación?

El joven perdido o confundido que detecte en él inseguridad, falta de autonomía u otras consecuencias de la sobreprotección debe hacer un esfuerzo por crecer en aquellas virtudes que le ayuden a afrontar la normalidad temida. Es posible que tenga que salir del caparazón en el que vive escondido y conocer a gente nueva, esforzarse por sonreír, saludar correctamente, vestir sin llamar la atención, ser responsable con sus tareas y llevar su propia agenda, hablar en público y en pequeños grupos, etc.

En definitiva, debe pensar y afrontar preguntas y respuestas similares a estas, ¿por qué no soy autónomo? «porque no hago mis tareas», «mi madre tiene que recordarme que haga las tareas de casa», «no me planteo objetivos o retos personales para mejorar», etc.

¿Por qué no tengo amigos? «no sonrío por vergüenza», «no miro a la cara», «pienso que los demás son estúpidos», «temo que me rechacen», «no me propongo hacer un deporte o actividad social para conocer gente», «cuando hay gente no les pregunto cómo están, a qué se dedican…», «respondo fríamente o con monosílabos cuando me preguntan algo», etc.

Si piensas en esas preguntas u otras y tienes respuestas parecidas ya eres consciente de que debes intentar cambiar tu personalidad y dejarte de victimismos. ¡Vamos! Entre el 30 y 50% de las madres occidentales son sobreprotectoras. Por lo tanto, no estás solo. Antiguamente a los 15 años un chico ya era el hombre de la casa o una joven podía valerse por sí misma y hacerse cargo de responsabilidades importantes. Intenta trazar un plan y retos diarios para salir de ese caparazón y pon límites a tus padres si te agobian con «¿qué tienes de deberes?», «¿cuándo vas a recoger la mesa?». Di interiormente: «¡basta ya! voy a ser responsable, coger mis obligaciones, hacerlo todo sin que me lo digan y así construir una vida poco a poco».

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Un padre o madre sobreprotector puede mejorar su estilo de crianza al aprender a equilibrar su preocupación con la necesidad de fomentar la independencia, la resiliencia y el autoconocimiento de su hijo. La sobreprotección, aunque hecha con la mejor intención, puede limitar el desarrollo de habilidades clave en los niños, como la autonomía, la toma de decisiones y la resolución de problemas. Aquí te doy algunos ejemplos prácticos de lo que pueden hacer para mejorar:

1. Fomentar la autonomía:

  • Ejemplo: En lugar de hacer las tareas del niño, como preparar su mochila o elegir su ropa, los padres pueden involucrar al niño en el proceso, dándole opciones adecuadas a su edad y permitiéndole tomar decisiones. Esto lo ayuda a sentirse más competente y a aprender de sus propios errores.
  • Acción: Los padres pueden decir: «Hoy, ¿qué ropa te gustaría ponerte?» o «¿Qué necesitas llevar a la escuela? Revísalo tú mismo para asegurarte de no olvidar nada.» Esto fomenta la autonomía y la confianza. Es recomendable hacerlo de forma progresiva y coherente en niños, no se puede esperar que tome la decisión de elegir en qué colegio estudiar, pero sí puede decidir si quiere llevar una agenda o no en tercero de la ESO y asumir las consecuencias de su buena o mala organización. Si vamos detrás recordándole las tareas o exámenes no verá útil el uso de la agenda.

2. Permitir que enfrenten desafíos:

  • Ejemplo: Cuando el niño enfrenta dificultades (como en la escuela o en las relaciones sociales), en lugar de intervenir inmediatamente o resolver el problema por él, el padre o madre puede animar al niño a intentar resolverlo primero por su cuenta, ofreciendo apoyo y orientación cuando el niño pida ayuda en lugar de dar soluciones rápidas aún si el niño no pide soluciones.
  • Acción: En lugar de llamar a la escuela para solucionar un problema con el maestro, el padre puede decir: «Entiendo que esto te molesta. ¿Cómo podrías hablar con tu maestro sobre esto? ¿Qué crees que te ayudaría a mejorar la situación?» Esto ayuda a los niños a ser más resolutivos.

3. Reducir el control excesivo:

  • Ejemplo: En lugar de estar supervisando cada acción del niño constantemente (por ejemplo, revisar todos sus mensajes o controlar cada momento de su día), los padres pueden establecer límites razonables y confiar en que el niño tomará decisiones responsables.
  • Acción: Los padres pueden decir: «Te confío que tomes decisiones sobre tus actividades. Si alguna vez te sientes incómodo o inseguro, quiero que me lo cuentes.» Esto crea un espacio para la confianza mutua. Obviamente el niño todavía no puede decidir sobre lo importante o crítico y no se debe poner esa responsabilidad sobre él, pero progresivamente iremos dándole confianza y responsabilidades de cara a la adolescencia y adultez.

4. Fomentar el manejo de errores y fracasos:

  • Ejemplo: Los padres pueden ayudar a los niños a entender que cometer errores es parte del proceso de aprendizaje y no algo de lo que deban avergonzarse. En lugar de evitar que el niño enfrente consecuencias negativas por sus acciones (como no entregar una tarea a tiempo), el padre o madre puede usarlo como una oportunidad para enseñar responsabilidad.
  • Acción: Si el niño olvida entregar su tarea, en lugar de intervenir para solucionarlo, el padre puede decir: «Este es un buen momento para que aprendas de tu error. ¿Qué puedes hacer la próxima vez para evitar que esto ocurra?» Esto les enseña que los errores pueden ser oportunidades de aprendizaje.

5. Establecer límites claros pero flexibles y hacerles responsables de las consecuencias:

  • Ejemplo: En lugar de imponer reglas estrictas sin explicación, los padres pueden establecer límites claros pero permitir una cierta flexibilidad para que el niño tome decisiones dentro de un marco seguro. Además será bueno que sepan de antemano qué supone no respetar una norma o límite.
  • Acción: En lugar de decir: «no puedes volver más tarde de las 10pm este viernes«, se le puede decir: «mañana saldremos temprano para llegar al bautizo, sobre las 9am, asegúrate de que llegas a tiempo para descansar, intenta que no se te hagan las 10pm y no olvides ponerte el despertador. Si no te levantas mañana no podrás venir«. De este modo quitamos control o presión sobre la hora de llegada y se le hace responsable de las posibles consecuencias, por ejemplo estar más cansado si llegó tarde el día anterior.

6. Fomentar la autonomía emocional:

  • Ejemplo: Los padres pueden ayudar a sus hijos a expresar y gestionar sus emociones, sin tratar de “arreglar” todos los problemas emocionales de inmediato. En lugar de calmar al niño cuando está molesto por algo menor, pueden enseñarles a manejar la frustración.
  • Acción: Si el niño está molesto porque no puede jugar con un juguete que quiere, el padre o madre puede decir: «Es normal que te sientas frustrado, pero necesitamos encontrar una solución. ¿Cómo crees que podrías sentirte mejor sin ese juguete?» Esto ayuda al niño a aprender a regular sus emociones de forma más saludable. Es importante que el niño se sienta comprendido, no se trata de menospreciar sus sentimientos sino de animarle a afrontar y gestionar la realidad con esos sentimientos.

7. Fomentar la toma de decisiones:

  • Ejemplo: Los padres pueden permitir que los niños participen en decisiones familiares o actividades cotidianas, como elegir las comidas, los planes de fin de semana o las actividades extracurriculares.
  • Acción: En lugar de decidir todo por el niño, los padres pueden preguntarle: «¿Qué te gustaría hacer este fin de semana? ¿Te gustaría ir al parque o ver una película en casa?» Esto les da un sentido de control sobre su vida. Para que aprendan a tomar decisiones primero deberán haber aprendido a obedecer y respetar las decisiones de sus padres. Un niño que siempre demanda lo que quiere comer o a qué juego deben jugar con él no está preparado para empezar a tomar decisiones de forma autónoma.

8. Establecer tiempos y espacio para la autonomía:

  • Ejemplo: Es importante que los padres respeten el espacio personal de sus hijos, especialmente cuando se convierten en adolescentes. Esto implica darles privacidad y la oportunidad de tomar decisiones por sí mismos, mientras se mantiene una comunicación abierta.
  • Acción: Si el adolescente pasa tiempo en su habitación, en lugar de entrar a su espacio sin avisar, el padre o madre puede decir: «Entiendo que necesitas tiempo para ti mismo. Estoy aquí si necesitas hablar o si necesitas ayuda con algo.» Esto da al adolescente el espacio para crecer de manera independiente. Aún así, no se debe confundir el espacio o autonomía con el aislamiento o rebeldía. Será bueno tener espacios en familia y poner normas en casa a cierta edad como por ejemplo «en la habitación no se utilizan pantallas«.

9. Reconocer y valorar el esfuerzo más que el resultado:

  • Ejemplo: En lugar de enfocarse solo en el resultado final (por ejemplo, obtener buenas calificaciones o ganar una competencia), los padres pueden valorar el esfuerzo y el proceso de aprendizaje del niño, ayudándole a entender que el esfuerzo es lo que realmente cuenta.
  • Acción: Un padre podría decir: «Estoy muy orgulloso de todo el esfuerzo que has puesto en estudiar, independientemente de los resultados. Estás aprendiendo a mejorar cada día.» Esto fomenta una mentalidad de esfuerzo y crecimiento.

10. Buscar apoyo externo cuando sea necesario:

  • Ejemplo: Si el padre o madre reconoce que la sobreprotección está afectando el desarrollo emocional del niño, pueden buscar ayuda profesional, como terapia familiar o asesoramiento, para aprender nuevas herramientas de crianza.
  • Acción: Un padre puede decir: «Creo que necesitamos hablar con un terapeuta o consejero familiar para aprender a apoyarte mejor mientras creces.» Esto muestra disposición para mejorar como padres y apoyar al niño de manera más efectiva.

En conclusión, aunque la sobreprotección nace del amor y el deseo de proteger, a largo plazo puede afectar el desarrollo saludable del adolescente. Es clave encontrar un equilibrio entre brindar apoyo y permitirles desarrollar independencia.

La clave es cambiar el enfoque de la protección constante a la guía y el apoyo. Esto implica darle al niño la oportunidad de enfrentarse a sus propios desafíos, cometer errores y aprender de ellos, mientras que los padres siguen estando ahí para ofrecer orientación y seguridad emocional.

Miguel Agulló Francés

Psicólogo General Sanitario. Nº de colegiado: CV-16460

Una respuesta a «La sobreprotección»

  1. E.M

    Muchas gracias. Como madre de dos niños, tiendo a sobre proteger al pequeño. Me ha ayudado leer este artículo.
    Aun así una madre es una madre y siempre va a estar preocupada por sus pequeños…

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