¿Pueden los católicos acudir al psicólogo?

La relación entre la fe católica y la psicología ha sido motivo de reflexión en diversas enseñanzas de la Iglesia. A lo largo de la historia, la Iglesia ha reconocido la importancia de la ayuda humana en el tratamiento de los problemas psicológicos, siempre que esta ayuda se mantenga en armonía con los valores cristianos. Un ejemplo claro de esta postura lo encontramos en el discurso del Papa Pío XII en 1953, donde afirmó que la psicoterapia y otros tratamientos pueden ser de gran utilidad si se emplean en conformidad con la dignidad de la persona humana y la moral católica.

La Iglesia y la ayuda psicológica

La doctrina católica aprecia el auxilio que la ciencia puede proporcionar a quienes sufren. La Iglesia reconoce que, así como se recurre a los médicos para tratar enfermedades del cuerpo, también es válido acudir a los psicólogos para sanar heridas emocionales y mentales. Además, la ayuda farmacológica, cuando es necesaria, también puede ser vista como un medio lícito para aliviar el sufrimiento, siempre y cuando se use con responsabilidad y no contradiga los principios morales.

El Papa Pío XII, en su discurso a los psiquiatras en 1953, subrayó que la psicoterapia debe estar subordinada a la ética y al respeto de la persona humana, sin desvirtuar la libertad moral ni manipular la conciencia. Por lo tanto, un católico puede acudir a la psicología siempre que esta no se aparte de la verdad del ser humano creado a imagen de Dios.

Según el artículo de Joaquín García Alandete titulado «Psicología y Psicoterapia en el Magisterio de Pío XII», la psicoterapia debe fundamentarse en una antropología que reconozca la dignidad intrínseca de la persona como imagen y semejanza de Dios. Pío XII subrayó que, a pesar de cualquier trastorno, el individuo mantiene su esencia personal y su responsabilidad moral.

El Papa enfatizó que la psicoterapia debe respetar la libertad y la conciencia del paciente, evitando cualquier manipulación que vulnere su integridad moral. Además, destacó la importancia de que los psicólogos, especialmente aquellos de fe católica, integren en su práctica una ética profesional alineada con la doctrina de la Iglesia, actuando con caridad, respeto y consideración hacia sus pacientes.

En resumen, según el análisis de García-Alandete, Pío XII proponía una psicoterapia que, además de abordar aspectos técnicos, se fundamentara en una visión integral del ser humano, respetando su dignidad y libertad, y orientada hacia su realización plena conforme a los principios cristianos.1

La dirección espiritual y la psicoterapia

La Iglesia enseña que la dirección espiritual es un elemento clave en la vida cristiana. Todos los católicos deberíamos intentar tener un director espiritual. Un director espiritual ayuda a discernir la voluntad de Dios en la vida del fiel y lo acompaña en su crecimiento en la fe. Sin embargo, hay situaciones en las que la dirección espiritual no es suficiente, y es necesario acudir a un psicólogo. Esto ocurre cuando una persona enfrenta problemas emocionales profundos, trastornos mentales o conflictos internos que requieren un conocimiento especializado en el comportamiento humano o una supervisión más continuada para contener vicios, problemas familiares, académicos, etc.

Un católico debe buscar un psicólogo que respete sus creencias y valores, y en la medida de lo posible, que sea también una persona de fe. Esto no significa simplemente que el profesional se identifique como católico, sino que se esfuerce en la medida de lo posible por llevar una vida acorde con la doctrina de la Iglesia. Un psicólogo verdaderamente católico debe integrar su fe en su ética profesional, respetar la dignidad del paciente y no promover ideologías contrarias a la moral cristiana.

Conclusión

Los católicos pueden y, en muchos casos, deben acudir a la psicología cuando enfrentan dificultades graves que afectan su afectividad y relaciones. La Iglesia no rechaza la ayuda humana ni la ciencia, siempre y cuando se usen de manera moralmente correcta. La dirección espiritual sigue siendo esencial, pero no sustituye la atención psicológica cuando ésta es necesaria. Finalmente, es recomendable que un católico busque un psicólogo que respete sus valores y, si es posible, comparta su fe, para recibir un acompañamiento integral que sane su afectividad o le ayude a crecer en virtudes colaborando en su camino hacia la santidad.

Referencias:

  1. García-Alandete, J. (2018). Psicología y Psicoterapia en el Magisterio de Pío XII. Revista Espíritu, 67(156), 493-517. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/6769796.pdf 

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