Método Virtus

El primer método de acompañamiento basado en el crecimiento en virtudes según la tradición aristotélico-tomista.

Virtud

«La virtud es un hábito que dispone siempre para el bien»

Ética a Nicómaco (Libro II, 1103a)

Esta cita de Aristóteles la recoge siglos después Santo Tomás y eleva el concepto aristotélico de virtud dotándolo de una fuerza y belleza extraordinarias a la luz de la doctrina católica.

La psicología ha intentado buscar diferentes caminos hacia la felicidad o la paz. Sin embargo, esa epopeya queda frustrada si se rechaza el camino de virtud eligiendo otras vías más cómodas o placenteras para intentar enderezar nuestra afectividad torcida. La psicología que rechaza el crecimiento en virtudes es una psicología estéril. Confiamos en una psicología rigurosa en unión a la sana antropología tomista.

En Virtus planteamos un enfoque fecundo por el cuál las personas pueden sentirse comprendidas, conocerse mejor a la luz de la Fe y discernir su camino. En esta aventura nos inclinamos por ayudar en el crecimiento de las virtudes necesarias según la condición de cada uno. Aunque utilicemos el término método es cierto que cada persona es única y no sirve un mismo remedio para todos, aún así, cada uno en su contexto puede verse beneficiado por nuestra visión de la persona.

El «método virtus» tiene tres fases:

  1. Conocimiento. Las virtudes intelectuales
  2. Metas. ¿Cuál es el fin del hombre?
  3. Crecimiento. Las virtudes éticas o del carácter.

Según la persona y sus respectivas problemáticas habrá que hacer más hincapié en una fase o en otra.

Las tres fases se sostienen en un vínculo sincero que nace de la humildad de reconocer la necesidad de ayuda y la humilde intención de ayudar, esta premisa es fundamental para un buen acompañamiento.

En resumen, la fase de conocimiento haría referencia a los momentos del proceso en el que la persona se conoce más profundamente y comprende mejor su problema. Esta fase es necesaria para motivarse al cambio desde la prudencia.

Las metas sirven para trazar la dirección hacia la cuál nos dirigimos. Sin objetivos concretos, medibles, es difícil saber si hay avances y mantenerse motivados. Hay personas a las que les es difícil proponerse metas por falta de sentido vital y necesitan ayuda para hacerlo.

A la fase de crecimiento podríamos denominarla «terapia». Es propiamente la fase en la que uno se esfuerza por superarse y cambiar. Aquí, lo esencial es haber descubierto bien qué virtudes debo trabajar y cómo hacerlo. Es la fase en la que se establecen retos, normas o medidas personales. La paciencia y perseverancia serán dos virtudes imprescindibles para poder alcanzar metas buenas a largo plazo o luchar y contener los vicios.

Este enfoque es adecuado para gran cantidad de acompañamientos psicológicos teniendo en cuenta los avances de la disciplina psicológica e integrándolos en la sana antropología cristiana:

Adicciones

Dificultades en la relación

Crisis existenciales

Trastornos emocionales

Educación afectiva

Mejorar hábitos

Contacta y comienza cuanto antes.

Santo Tomás, en su Summa Theologica, sostiene que la virtud es un hábito estable que nos inclina a hacer el bien, y explica que la virtud no es solo una disposición a actuar bien, sino una tendencia a hacerlo de manera constante. Él también subraya que las virtudes se adquieren por la repetición de actos buenos, lo que las convierte en hábitos que guían nuestra conducta moral.

Por supuesto, la filosofía tomista no habla solo de las virtudes y de hecho, tampoco es el núcleo de su doctrina. Toda la filosofía tomista ayuda a nutrir el intelecto de aquellos que quieren crecer a nivel humano y/o espiritual.